No sé qué estrellas se han alineado esta semana pero os juro que la palabra más leída, vista y oída ha sido COLABORACIÓN. Y me ha apetecido escribir unas palabras sobre esto.

El otro día una repostera, bloguera y escritora española muy conocida escribía en su muro de Facebook que había recibido un mail que la había descolocado bastante. Una persona de una web de cocina la invitaba a colaborar con ellos. Esta colaboración, resumiendo mucho, se basaba en que a cambio de recetas (inéditas, con fotos, bajo el formato que yo te diga) yo te publico en mi muro de Facebook. El tema aquí no está en pedir o no una colaboración, sino en la prepotencia y desonocimiento con la que se pide.

Y también esta semana, yo misma he recibido tres mails con diferentes formatos y peticiones de colaboración muy válidas, así como también he mandado yo una propuesta a alguien a quien admiro mucho.

ASÍ PUES QUE QUEDE CLARO DE ANTEMANO QUE NO ESTOY EN CONTRA DE LAS COLABORACIONES. De hecho:

  • Creo sinceramente que son una forma súper válida de conseguir cosas que de otra manera no podrías.
  • Estoy gratamente encantada y agradecida de haber colaborado y seguir colaborando con grandes profesionales y grandes personas.

Lo que pasa, por otro lado, es que me gustaría matizar ciertos puntos… Vamos allá.

  1. David contra Goliat. Si yo soy una repostera o bloguera pequeñita, que empiezo, que quiero obtener cierta visibilidad, lo más seguro es que esté muy dispuesta a colaborar. Es una manera de darme a conocer sin tener que pagar un dinero que yo no tengo. Y claro está muchas empresas o medios se pueden aprovechar de esto. De hecho, muchas (no todas) se aprovechan. Ahora bien. Si esa empresa es agradecida, es consciente de que al final te está pidiendo que trabajes «gratis» y te trata bien, pues ningún problema. Todos sabemos a lo que estamos jugando. Pero si van con la prepotencia de que «aún gracias que te estoy contactando», pues entonces sí que tenemos un problema. Vale, yo voy a tener más visibilidad, pero no te olvides que tú también te estás ahorrando un dinero, así que deberías ser consciente de hasta donde puedes o no puedes exigir, y de cómo puedes o no puedes tratarme. Ante todo, un poquito de coherencia.
  2. Honestidad y claridad. Esta es otra. Debe quedar muy claro por adelantado qué espera cada una de las partes de esta colaboración. Por ejemplo, si una empresa le pide a una repostera que «monte una candy bar» para un evento, a cambio de que ella se dé a conocer a los medios, deberían tener claro ambas partes de cómo va a ser esa candy bar. La empresa de puede esperar, por ejemplo, unos 200 cupcakes y la respostera se piensa que son unos 12 cupcakes y 4 galletas ya que se lo están pidiendo gratis… O la repostera de repente pone su logo en todos los dulces, y la empresa se enfada porque esperaba que el logo fuera el suyo… Todas estas cosas, han de quedar claras desde el principio porque ahí puede haber muchos malentendidos. También hay veces en las que puedes contactar con otra persona del sector para complementar tus servicios. Yo personalmente lo he hecho. Oye, si alguien me pide a mí «X» que yo no lo sé hacer, te paso el cliente a ti. Si te pasa a ti lo mismo, pues me lo pasas a mí. Intentando, siempre, cumplirlo y ser honesto. Porque si contactas con mucha gente con la misma propuesta esperando que a ti te entren muchos clientes pero luego tú no cumples tu parte, pues bonito no es.
  3. ¿Pero a las bloggers se les paga? Las famosas colaboraciones con las bloggers… Buff, solo esto da para escribir un libro, jejeje. Muchas grandes empresas que están dispuestas a gastarse mucho dinero en un plan de medios tradicional (prensa, TV…), son totalmente reacias a pagar a las bloggers. O más bien no acaban de entender el porqué se les tiene que pagar. Si total son unas tías raras a las que les encanta hablar de cosas y que las inviten a fiestas… Pues no. Hay bloggers con tal capacidad de difusión y convencimiento que consiguen mucho más que una campaña en TV. Aquí el tema está en la palabra PAGAR. Dependiendo del tipo de colaboración, pues la manera de pagar puede ser una u otra: dinero, producto, eventos interesantes… Pero al final le estás pidiendo a otra persona que te haga publicidad de tu producto, no?!?  A mí me llegaron a pedir tres posts publicados en tres fechas en concreto (no valía cuando me fuera bien a mí), posts que debía mandar previamente para que los revisaran, a cambio de 5 primeros fascísculos de una colección cuyo precio en el quiosco era de 1,95 euros. Pues ustedes comprenderán que no, gracias.
  4. Win-win. En toda colaboración, ambas partes han de conseguir algo. Si no, no es una colaboración, es simplemente pedir a otra persona que trabaje gratis porque sí, y eso, es esclavitud. Si me pides unos dulces para una sesión de fotos, pues espero mi nombre en la revista que se pubique y espero que me faciliten esas fotos para mi blog, por ejemplo. Si te escribo contenido para tu revista gratuitamente, espero una gran difusión por tu parte u obtener prestigio (a veces lo que ganas no es tanto algo cuantitavio, sino cualitativo). Hace tiempo me contactaron para escribir algo para una revista pero me prohibían que dijera en mis redes sociales que lo había hecho. ¿Entonces? ¿Qué se supone que gano yo a cambio? También luego están los caraduras que te piden grandes pasteles gratis porque sí. Sin más. Pero mujer, si diremos a los invitados que lo has hecho tú… Pues no.
  5. Hoy por ti, mañana por mí. Pues es otra manera válida de colaborar. Pero acuérdate y cúmplelo. Las colaboraciones en las que una de las partes debe esperarse para recibir algo a cambio, pueden ser peligrosas. Sobre todo si implica futuros pedidos pagando…
  6. Siempre, siempre, siempre da las gracias. Y siempre, siempre, siempre, responde los mails. Porque, a veces, un GRACIAS dicho desde el corazón es lo único que necesitas a cambio. Recientemente me han contactado unos estudiantes para ver si les puedo ayudar en un proyecto. Lo que me ofrecen a cambio si lo analizo mucho seguramente no me compensa. Pero da absolutamente igual porque me lo han agradecido tanto, han sido tan extremadamente educados en su petición y en fin, me han subido tanto el ego, que les he dicho que sí sin pensármelo dos veces, jajaja.
  7. No ser una aprovechada. EDITO justo ahora porque me acaba de mandar un mail una chica que tiene una tienda. Me comenta que a ella también en ocasiones le han escrito y pedido material a cambio de escribir un post en algún blog. Lo manda con toda la buena intención del mundo y si te he visto no me acuerdo. Pues no, esto tampoco.

Resumiendo, benditas sean las colaboraciones justas y equitativas porque son buenas, útiles y muy acorde al mundo en el que vivimos. Pero a toda aquella gente que se quiere aprovechar, que se piensa que es mejor que tú o que no entiende ni quiere entender lo que colaboración significa, les digo que intenten ir con más cuidado y sean más conscientes de lo que piden. Muchas gracias 🙂